La privación de derechos de los trabajadores palestinos en los asentamientos israelíes
Ahmed Saed es un agricultor que vive en Al Jiftlik, en el Valle del Jordán, tiene 45 años, mujer y cinco hijos. Es uno de los pocos palestinos que trabaja en un asentamiento de colonos israelíes. Ahmed posee tierras de cultivo pero no puede trabajarlas debido a que el precio del agua en el Valle es demasiado alto para que pueda sacarle rentabilidad. En esta zona de Palestina no existen suficientes pozos para la población porque están dominados por las autoridades israelíes. Por esta razón Ahmed debe trabajar en los asentamientos para ganarse la vida y poder mantener a su familia.
Los palestinos que trabajan en los asentamientos de colonos sufren todo tipo de vejaciones porque carecen de derechos. No están dados de alta en el sindicato, por lo que los colonos se aprovechan de ellos: “Somos como esclavos”, cuenta Ahmed. “Los colonos están trabajando en nuestras tierras, hacen uso de nuestras aguas y somos nosotros los que trabajamos para ellos y además no nos pagan”. Los asentamientos fueron creados en las zonas más fértiles del Valle, donde se encuentran los mejores acuíferos y pozos, por eso Ahmed explica que los colonos se instalaron en el corazón de su tierra. Respecto a los salarios, según un tribunal israelí, el sueldo mínimo es de 22 sheqels israelíes por hora, pero en los asentamientos esto no se tiene en cuenta y llegan a cobrar sólo unos 7 sheqels la hora (un euro y medio aproximadamente).
Al Jiftlik es la comunidad donde vive Ahmed. Son alrededor de 5000 personas, de las que el 70% se dedica a la agricultura o la ganadería, del 15 al 20% trabaja en los asentamientos dependiendo de la necesidad de mano de obra que tengan los mismos y un 2% para la Autoridad Palestina. Esta comunidad está controlada por diferentes check-point, o puestos de control israelíes, que limitan el movimiento de los habitantes del Valle entre las distintas poblaciones del mismo. Esto significa que si uno de estos puestos de control está cerrado no se puede acceder a ningún lugar del Valle ni fuera de él, por lo que los servicios de sanidad, educación, distribuidos por las distintas aldeas quedan inaccesibles. Para los niños y niñas del Valle es difícil ir a la escuela, ya que estas suelen quedar lejos de sus hogares. En Al Jiftlik hay dos escuelas: una gestionada por la UNRWA y otra bajo la Autoridad Palestina. La escuela UNRWA fue creada antes de la ocupación para un campo de refugiados que existía en Al Jiftlik, años más tarde éste desapareció quedando en funcionamiento sólo la escuela. En 2002 los israelíes restringieron la atención escolar bloqueando los caminos. La comunidad era consciente de que existían un gran número de chicos y chicas que querían seguir con sus estudios y no podían hacerlo debido al bloqueo, por lo que decidieron crear una escuela de campaña. Tener una escuela de esas condiciones en el Valle significa pasar mucho calor en verano y sufrir la lluvia en invierno. No obstante, tanto los niños como la maestra tienen muchas ganas de seguir estudiando y luchando para tener un buen futuro. A pesar de todas estas dificultades los niños de esta escuela reciben muy altas calificaciones. Después de cuatro años, gracias a las grandes campañas para defender la atención escolar de los niños realizadas en el pueblo y fuera de él, las autoridades israelíes les han permitido construir el actual colegio. “Como hemos tenido tanto éxito en la construcción de la escuela, quién nos dice que en un futuro no podamos construir una universidad”, explica Ahmed esperanzado.
A pesar de los grandes esfuerzos del pueblo palestino por resistir en estas tierras, las grandes medidas de coacción que limitan y hacen tan difícil su vida, han provocado que desde 1975 hasta 2010 unas 110 familias hayan tenido que emigrar para vivir dignamente en otro lugar.